domingo, 21 de agosto de 2011

La resurrección del marco alemán

Berlín ha tomado el control de la moneda única para evitar el colapso europeo


George Soros: «El euro puede sobrevivir a la salida de Grecia o Portugal, pero no de Italia o España»

Resulta sorprendente ver cómo la naturaleza lleva las cosas a su cauce natural. Una década después de la desaparición de las monedas nacionales europeas está sucediendo lo mismo que se hubiera producido si se hubiera dejado que el mercado hubiera elegido una divisa según los criterios de solidez y confianza. Evidentemente, de haber seguido este procedimiento, hoy la moneda favorita de los europeos sería, sin duda, el marco alemán. ¿De qué extrañarse si con el tiempo va a resultar que de todos modos Alemania se va a tener que hacer con el control del euro para evitar el colapso de uno de los proyectos más importantes de la construcción europea?.
Como dice George Soros, que tiene mucha experiencia atacando monedas, el euro es ya demasiado importante en el mundo para que pueda desaparecer sin un estruendo apocalíptico. También afirma y con razón que China no lo permitiría porque está muy interesada en evitar el monopolio del dólar como moneda global. Pero eso tampoco soluciona los problemas de Europa. Durante décadas el euro y la UE fueron para muchos países como tener un tío en América: una fuente ilimitada de ingresos sin control. Hasta los países que invirtieron ven los fondos de cohesión y los estructurales —como España— lo hicieron en infraestructuras cuyo mantenimiento pesa ahora como una losa.
Para salvar el modelo económico europeo, el del estado de bienestar, la protección social y la buena vida, no hay más remedio que poner todo patas arriba. El euro ha retrasado la mala noticia, pero no ha impedido que al final sepamos que no se puede seguir gastando más que lo que se produce, sobre todo porque Alemania ya ha dicho que no quiere seguir pagando la cuenta para que los países poco o nada diligentes tiren la comida. Pero ¿podremos nosotros convertirnos en alemanes? Por lo pronto hay que empezar a acostumbrarse a pensar que somos más pobres, y que si no se puede devaluar el euro, lo que pasará es que tendremos menos euros (o menos marcos, que en estos tiempos es lo mismo)

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