La bajada de la calificación crediticia de EE. UU. por parte de S&Pestá indirectamente relacionada con la incertidumbre reinante en los mercados financieros. La situación actual es un reflejo del hecho de que no hay ninguna recuperación después de la crisis de 2008, afirmó el premio Nobel de Economía Paul Krugman.
"Todo lo que ocurre es una historia muy triste y sin un atisbo de esperanza", indicó Krugman en una entrevista al diario ruso 'Kommersant'. Agregó que hoy comienza a darse cuenta de que la fuerte política de reducción del déficit presupuestario en realidad frena la economía tanto en EE. UU. como en Europa.
"Una gran cantidad de recetas hechas por los economistas de la Fed y otros bancos centrales para tratar la enfermedad, solo la agravan. La reducción de la inflación y los recortes salariales no estimulan el empleo sino que aumentan la carga de la deuda. Este es el escenario de la pesadilla, el que da tanto miedo a todos", dijo el economista.
"Creo que EE. UU. tiene un espacio bastante grande para maniobrar: una crisis que pueda ser fatal para el país todavía está muy lejos. Tenemos otro problema: los políticos absolutamente locos. Si la crisis sucede, no ocurrirá debido al techo de la deuda demasiado alto, sino porque algún partido esté dispuesto a sacrificar la economía para fines políticos", agregó Krugman.
Los mercados emergentes están en una situación totalmente diferente y serán las locomotoras de la economía mundial: "La demanda en estos países es mucho más pronunciada, están menos agobiados por la deuda. El principal peligro para estos países es el hecho de que se conviertan en un destino atractivo para los capitales especulativos que inundarán los mercados en desarrollo en busca de rendimientos más altos que en EE. UU. o la UE, con su crecimiento cercano a cero", resumió el premio Nobel.
La mayor fuente de desequilibrios en la economía mundial es el yuan infravalorado, vinculado al dólar. Además, el economista criticó la fe casi religiosa en ciertos métodos de política económica y afirmó que, si bien es cierto que la coordinación macroeconómica es eficaz durante los momentos más agudos de la crisis, una vez que pasa la fase más crítica, termina la coordinación.
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