El déficit presupuestario de EE. UU. volvió a superar las previsiones y alcanzó los 1,3 billones de dólares. Su reducción requiere disminuir el gasto en programas sociales y el aumento de impuestos a los sectores con mayores ingresos, pero es poco probable que sea aprobado en su totalidad por el Congreso, advierten los expertos.
Los altos índices se deben al crecimiento de los gastos. Los ingresos cayeron 11.000 millones de dólares, por causa de la disminución de la recaudación procedente del impuesto sobre la renta corporativa, una consecuencia de los beneficios para las empresas introducidos el año pasado para impulsar la recuperación económica. Además, la Oficina de Presupuesto de EE. UU. no descarta que la caída de los ingresos pueda estar vinculada con retrasos en los pagos debido al huracán 'Irene' y otros desastres naturales.
Los egresos de dinero aumentaron en 3.000 millones de dólares en comparación con lo previsto: la razón fue un incremento del 17% del gasto en servicios de la deuda pública; en defensa, 1% y en salud y en los programas de pensiones, 4%.
El volumen del déficit en relación al PIB en 2010-2011 se convirtió en el tercer récord registrado desde 1945, ya que excede un billón de dólares por tercer año consecutivo.
La deuda se ha vuelto tan cara que el país pierde la oportunidad de cubrir los gastos imprevistos, dijo el ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan.
A finales de septiembre, Barack Obama presentó un programa para reducir el déficit presupuestario que abarca la reducción de gastos del Gobierno federal en 1,6 billones de dólares (en salud pública, fuerzas de EE.UU. en Irak y Afganistán) y el aumento de impuestos para las grandes empresas y empresarios con altos ingresos por un valor de 1,5 billones de dólares.
Según los expertos, estas medidas son más populistas que efectivas: un aumento de los impuestos para los individuos ricos generaría intentos de minimizar su impacto y como resultado produciría una migración financiera a los países con régimen fiscal preferente.
Los analistas afirman que el Congreso aprobaría sólo una parte de las propuestas como la reducción de los programas obligatorios del Gobierno federal y el recorte del gasto en operaciones militares en Irak y Afganistán.
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