por BENJAMIN PAUKER
WASHINGTON DC (
Foreign Policy). Con la opinión extendida de que se avecina una guerra con Irán y con el reciente regreso de Putin al poder en Rusia, el caos geopolítico está a la vuelta de la esquina. Foreign Policy ha vuelto a recurrir a Nouriel Roubini –siempre dispuesto a impartir algo de pesimismo– e Ian Bremmer para que nos expliquen estas bombas de relojería. Y no se han callado nada.
-Hablemos un poco de lo que atemoriza a los mercados. Lo que preocupa a todo el mundo –y lo que, desde luego, ya se está notando en el mercado del crudo— es la preocupación por un posible ataque de Israel contra Irán. ¿Cómo de inminente lo ven?
Nouriel Roubini: -No soy el experto geopolítico, así que dejaré que Ian y otros calculen la probabilidad de un ataque contra Irán este mismo año, antes o después de las elecciones estadounidenses, o de un ataque de Israel por su cuenta. No sé si será del 20%, el 30% o el 50%, creo que esa opinión cambiará con el tiempo. Pero es probable que el segundo trimestre de 2012 sea el periodo en el que se haga un último intento de labor diplomática. En caso de que fracase, quizá entonces USA e Israel digan: “Si no cedéis, podemos acabar atacándoos”. De modo que hay que medir cómo van a afectar esos hechos a los mercados.
Pero, incluso aunque no se produzca un ataque material, hay una guerra verbal entre Estados Unidos, Israel e Irán, y esta guerra verbal se ha intensificado. Hay también una guerra encubierta, porque Israel y USA, supuestamente, han matado a varios científicos y han recurrido al sabotaje utilizando armas informáticas, y ahora Teherán está reaccionando, ha tratado de matar a varios diplomáticos israelíes en diversas partes del mundo y, si las sanciones se endurecen, podría empezar a emitir otras amenazas. El petróleo Brent, que antes costaba 90 dólares el barril, está ya entre 120 y 125 dólares. Y, si la guerra verbal y la guerra encubierta continúan su escalada, existe una posibilidad de que, aun sin llegar al enfrentamiento militar, los precios del crudo suban tanto que la situación tenga repercusiones sustanciales en la economía.
Yo no subestimaría las consecuencias de que la nafta, hoy, cueste ya más de 1,05 dólares el litro en varios Estados norteamericanos y puede alcanzar ese precio en otros muchos. Desde el punto de vista psicológico, cuando el precio supera 1 dólar el litro, hace mella en la confianza de los consumidores. Además, en verano (del Hemisferio Norte), los precios tienen a aumentar 20 o 30 centavos más. Cuanto más suben, más posibilidades hay de que tengan consecuencias negativas en la confianza de los consumidores, las rentas disponibles y la economía. Y no ocurre solo en Estados Unidos, porque el precio del crudo en Europa y muchos otros países es muy alto. Por tanto, prefiero que sean otros los que valoren el riesgo de conflicto, pero puedo decir con seguridad que los precios del petróleo van a subir aún más, más que a bajar. Lo único que me preocupa más que la eurozona es el petróleo.
-Ian, ¿qué probabilidades tiene Obama de ganar las elecciones a tenor de los altos precios del petróleo y la posibilidad de otra guerra en Oriente Medio?
Ian Bremmer: -En primer lugar, si nos fijamos en las valoraciones, ya sean las de Intrade o las de cualquier otro sitio, en estos momentos, la gente piensa que Obama será reelegido, y eso es teniendo en cuenta el petróleo, el gas, Irán. No digo que sean unos cálculos muy avanzados, pero los mercados expresan todo esto en su conjunto. Desde luego, creo que el peligro en Europa ha disminuido drásticamente su capacidad de causar verdaderos problemas a Obama de aquí a noviembre. En cambio, el peligro que representan Irán y el crudo ha aumentado; no lo ha sustituido, pero sí ha aumentado. No es un problema tan grande como era Europa, en mi opinión, pero es serio.
-¿De verdad? Daba la impresión de que a los estadounidenses no les importaba en absoluto.
Ian Bremmer: -La Casa Blanca estaba muy preocupada por la posibilidad de que Europa estallase. Pero creo que el petróleo, sin ninguna duda, tiene más importancia política; es un elemento con el que los republicanos pueden atacar.
Veamos qué ocurre si Irán sigue adelante. Lo primero es que, igual que no se puede confiar en las informaciones sobre la eurozona que proceden de Londres porque son tendenciosas e increíblemente negativas, tampoco se puede confiar en las informaciones sobre Irán en Estados Unidos; no nos enseñan más que una cara de la moneda. Una cara que, de manera abrumadora, es la israelí, y suele exagerar la probabilidad de una catástrofe inminente. “No podemos vivir con una bomba iraní”, dicen, a pesar de que vivimos con bombas en Pakistán y Corea del Norte, así que, en algún momento, acabaremos chocando.
No me importa qué porcentaje se le atribuya, y estoy hablando de geopolítica, ¿de acuerdo? Lo que quiero decir es: al leer la prensa, parece que es inevitable que Estados Unidos e Irán lleguen al enfrentamiento. Y eso, desde luego, no es verdad.
Es cierto que, en el segundo trimestre, veremos un esfuerzo para endurecer unas sanciones que ya están aprobadas pero aún hay que poner en práctica, así como un auténtico esfuerzo de negociación. Pero también hemos visto en Irán unas elecciones parlamentarias recientes que no fueron precedidas de manifestaciones. Hemos visto a Jamenei decir cosas positivas sobre el Gobierno de Obama y Estados Unidos, un hecho casi sin precedentes. Así que parece claro que van a permitir unos cuantos meses de negociaciones, y eso significa que en estos momentos, a corto plazo, a la geopolítica de Irán se le está dando más importancia de la debida.
A más largo plazo, el Gobierno de Obama no quiere llevar a cabo un ataque militar contra Irán –y desde luego hará todo lo posible para evitarlos– antes de las elecciones. Los israelíes tampoco quieren emprender ningún ataque. Hace poco se hizo una encuesta que acaba de publicarse en Haaretz: el 58% de los israelíes se opone a los ataques unilaterales contra Irán. Netanyahu debe tenerlo en cuenta, por muy popular que sea. Y recordemos que el primer ministro israelí no ha tomado ninguna decisión de atacar. Lo que sabe bien es que lo que más le conviene es fingir que va a hacerlo. Entonces, Estados Unidos se ve obligado a tranquilizarlo y él acaba en mejor situación para exigir concesiones a cambio de no atacar, porque es una cosa horrible para Israel, etcétera.
Creo que el peligro es que hay una espiral de represalias que puede acabar arrastrando a Estados Unidos, da más importancia geopolítica al petróleo y aumenta las probabilidades de conflicto militar. Pero, en mi opinión, las posibilidades de que los israelíes ataquen de forma unilateral y destruyan el programa nuclear iraní –que sería una campaña amplia, larga y peligrosa— son relativamente escasas, y muy poco probables antes de las elecciones estadounidenses.
-Nouriel, ¿qué es lo peor que puede pasar si Israel acaba atacando Irán?
Nouriel Roubini: -Lo peor que puede pasar es un conflicto prolongado. Si tiene repercusiones en el abastecimiento de gas y petróleo del Golfo, y la producción y las exportaciones iraníes, durante un tiempo, se quedan en nada, el crudo podría subir hasta los 170, 180, 200 dólares el barril.
Entonces, la cuestión será cuánto tiempo mantiene ese nivel. Como es natural, en Washington se están discutiendo las posibles reacciones. El volumen de petróleo de la reserva estratégica es limitado, pero ¿para qué está, si no es para usarlo en una ocasión así?
La realidad es que, si pensamos en las tres últimas grandes recesiones globales, todas se debieron a una conmoción geopolítica en Oriente Medio que provocó una subida de los precios del petróleo. La guerra de Yom Kippur War en 1973 produjo la recesión mundial de 1974-1979; la revolución iraní de 1979, la subida de los precios del crudo y la recesión de 1980-1982; y en 1990, la invasión iraquí de Kuwait supuso una subida temporal de los precios que, entre otros factores, contribuyó a la recesión en Estados Unidos y todo el mundo.
Es decir, si el conflicto es serio y prolongado y la subida de los precios del crudo es importante, creo que estaremos hablando de una recesión no solo en Estados Unidos sino en todo el planeta. Y en esta ocasión, estaremos saliendo de una crisis financiera mundial que incluye un inmenso volumen de deuda pública y privada en muchas economías avanzadas, algo que no había en 1973, 1979 ni 1990. La economía mundial podría no absorber un shock petrolífero prolongado en un momento en el que ya está sufriendo un doloroso proceso de desapalancamiento y una enorme fragilidad en los balances generales tanto de los gobiernos como del sector privado.
-Ian, acaba de volver de China, que sigue comprando petróleo iraní y se ha mostrado intransigente en el Consejo de Seguridad (junto con Rusia) ante las condenas de la represión en Siria. Y ahora, cuando el país parece estar preparándose para el ascenso de Xi Jinping a la jefatura del Estado, rebaja la perspectiva de crecimiento de su PIB a alrededor del 7,5%. ¿Es una protección política o económica?
Ian Bremmer: -En la actualidad, el 62% del PIB chino lo constituyen empresas de propiedad estatal. Es una cifra superior a la de antes. El consumo en China está aumentando, pero no tan rápido como las inversiones del Estado. El informe que publicó el Banco Mundial a finales de febrero era excelente: era exhaustivo y mostraba exactamente lo que deben hacer los chinos. Y el Gobierno de Beijing lo auspició también en parte, lo cual es muy positivo. Pero no dice nada nuevo. Necesitan reequilibrar seriamente, necesitan transparencia en su economía, necesitan alejarse de las inversiones públicas en sectores de trabajo intensivo y necesitan alejarse de empresas estatales ineficientes. No veo ninguna voluntad política de hacerlo por parte de las máximas autoridades chinas, y no veo que vaya a cambiar con Xi Jinping y sus colegas cuando accedan al poder dentro de unos meses. Y, en mi opinión, ese es el verdadero problema.
Hace unos meses, Nouriel y yo escribimos un artículo en The Wall Street Journal en el que llegábamos a la conclusión de que, a largo plazo, el mayor problema que se está dejando para después es China. Y ahora que acabo de volver allí, estoy todavía más convencido. China es un coche muy, muy rápido; tiene un motor muy potente y lleva varios años circulando por una autopista muy larga y muy recta. Lo malo es que viene una curva en la carretera y el coche chino ni tiene dirección ni creo que vaya a tenerla. Eso debería preocuparnos mucho.
Además, las relaciones entre Estados Unidos y China están deteriorándose sin parar. Como decía usted, han vetado la resolución del Consejo de Seguridad sobre Siria; no se abstuvieron, sino que la vetaron. Y eso, una semana antes de que Xi Jinping visitara USA. Les da igual.
Estados Unidos no es el sector de población que les interesa. No les importa impresionarnos o no. No buscan ofendernos innecesariamente, pero la verdad es que les da igual lo que opinemos. Lo hemos visto con las últimas leyes aprobadas en el Senado, que intentan presionar a los chinos en relación con su divisa. La respuesta de Beijing fue de absoluta indiferencia.
Sin embargo, tienen enormes problemas internos que no están abordando de forma estructural ni sistemática, y eso, a la larga, les perjudicará y creará mucha más volatilidad en torno a las trayectorias económicas y políticas.
-Nouriel, hablando de gente que asciende al poder, ¿qué opina de la elección de Vladímir Putin? ¿Cree que tiene alguna intención de reformar la economía, o se limita a disfrutar de los elevados precios del petróleo? ¿Y cómo de largo es su control?
Nouriel Roubini: -Entre 1998 y 2008, Rusia creció un 8% anual. Entonces se produjo la crisis financiera mundial y hubo una contracción, pero, desde entonces, su comportamiento económico ha estado entre el 3,5% y el 4%, incluso con la subida de los precios del crudo de 30 dólares el barril en 2009 a muy por encima de 100 dólares hoy. El problema con Rusia es que, si no se hacen reformas estructurales, reduciendo el papel del Gobierno en la economía y las empresas estatales y desarrollando más el sector privado, si no se hacen diversas reformas estructurales orientadas hacia el mercado, su índice de crecimiento puede no estar muy por encima del 4%. Y, en una economía que tiene un enorme volumen de extracción de rentas por la excesiva dependencia del petróleo, la energía y las materias primas, mientras esos precios sean altos, los incentivos para hacer reformas serán limitados. Existe un movimiento, sobre todo en Moscú y entre las clases medias, que trata de resistir contra él. Pero Putin ha ganado las elecciones. Veremos hasta qué punto es por el voto de la mayoría o por fraude electoral. Quizá esté algo más debilitado que hace un año, y quizá se deslice un poco más hacia el centro y ofrezca unas cuantas más reformas, pero, en mi opinión, las reformas en Rusia van a producirse a una velocidad mediocre e insuficiente para lo que sería deseable. Serán superficiales, no de fondo.
-Ian, ¿ha sido un fracaso la política de “empezar de cero”?
Ian Bremmer: -Bueno, se acabó. Ya la política de Bush después del 11-S fue también una especie de empezar de cero. Y fracasó. ¿Quién perdió Rusia? Clinton. También fracasó. Hemos pasado ya tres ciclos completos de altibajos con Rusia. Históricamente, muchos de los puntos bajos han sido responsabilidad de Estados Unidos. Esta vez, la culpa es de Rusia, porque Putin no es alguien con quien la administración estadounidense vaya a poder trabajar bien, y tampoco él está bien predispuesto hacia Estados Unidos. En China se ven ligeros cambios graduales en la política exterior y la actitud hacia el resto del mundo porque gobiernan por consenso. En Rusia, no. La política exterior la dirige una sola persona, con muy pocos elementos que contrarresten su poder.
Y Putin sufre presiones internas que hacen que esté todavía menos dispuesto a llevarse bien con los estadounidenses. Casi todos los colaboradores que ha situado a su alrededor tienen una inclinación muy nacionalista. Todas las señales que llegan de Moscú sugieren que la relación entre USA y Rusia va a deteriorarse enormemente, y lo verdaderamente importante es: si las relaciones entre ambos se deterioran de forma radical y las relaciones entre Estados Unidos y China se deterioran de forma radical, y dado que Putin ha dicho cosas muy positivas sobre China en los últimos tiempos, ¿vamos a ver un auténtico acercamiento de esos dos países?
Existen muchos obstáculos para que sea así –problemas demográficos, problemas de discriminación de los chinos por parte de los rusos–, pero, desde la perspectiva de la energía, es muy interesante. Desde la perspectiva del armamento, es muy interesante y muy preocupante para Estados Unidos. Creo que debemos estar muy atentos a lo que suceda.
-¿Cree que va a haber más tensiones o, en realidad, Rusia ya no es tan importante?
Ian Bremmer: -No es tan importante como China, ni muchísimo menos. Quiero decir que, si, en toda esta conversación, usted no hubiera mencionado Rusia ni una sola vez, no habría pasado nada. Pero sí tiene cierta importancia, sobre todo para los europeos, más que para Estados Unidos. Tanto Nouriel como yo creemos que Rusia no debería ser un BRIC. Los BRIC son países que van a ser dominantes, y, en Rusia, el PIB está disminuyendo, hay una tremenda fuga de capitales, una administración civil que no funciona, corrupción generalizada y terribles problemas demográficos. Podríamos expulsar a Rusia de los BRIC.
Nouriel Roubini: -A propósito de Rusia, Ian, tienes razón al decir que Rusia y China quizá estén acercándose, pero, en mi opinión, China es la mayor amenaza estratégica para Rusia. Tenemos una extensión de tierra en Siberia que es tan grande como USA, con apenas 15 millones de habitantes, y tenemos a millones de chinos que están atravesando la frontera de Mongolia, comprando tierras y empezando a producir. Como sabes, la posesión es lo que cuenta. De modo que, desde el punto de vista estratégico, en algún momento, Moscú se va a dar cuenta de que los únicos que pueden impedir que pierda Siberia son Estados Unidos y Europa. Así que no entiendo su lógica. Les conviene mucho más ser amigos de USA y Europa que de China.
Ian Bremmer: -Entiendo lo que dices. Creo que, desde el punto de vista estratégico, es muy cierto lo que dices, pero Beijing tiene mucho dinero y necesita energía, mientras que Rusia tiene muchos recursos energéticos y Putin quiere poder exhibir unas cuantas victorias rápidas. Ambos están del mismo lado que Siria e Irán, y me imagino que Hu Jintao no decidió vetar la resolución del Consejo de Seguridad, en vez de abstenerse, hasta que recibió una llamada personal de Putin antes de la votación. Los dos países tienen cada vez más problemas con Estados Unidos por razones muy diversas: por la primavera árabe, las opiniones generales sobre la democracia, los derechos humanos, etcétera. Desde un punto de vista puramente pragmático, si esos dos países no tuvieran presiones internas –si solo estuviéramos moviendo unas piezas en un tablero de ajedrez–, veo muchos motivos por los que los rusos querrían entablar una relación a largo plazo con Estados Unidos. Pero me parece que están pasando muchas otras cosas en Rusia en estos momentos.