Apenas se conoció la decisión del Gobierno de expropiar el 51% de YPF a la petrolera Repsol,desde España comenzó a fluir una catarata de amenazas de alto calibre que incluyó desde pedidos concretos de excluir a la Argentina del grupo de naciones más poderosas (G-20) y hasta suprimirla de las negociaciones entre la Unión Europea y el Mercosur.
La "furia" española se hizo sentir al instante: la primera medida concreta que tomó fue la defrenar las compras de biodiesel con sello albiceleste, un negocio que anualmente mueve casi u$s1.000 millones por envíos sólo a ese destino.
En lo que respecta al bloque, diversos funcionarios salieron a apoyar de manera contundente a la administración de Mariano Rajoy. Y quien llevó la voz cantante fue la vicepresidenta de la Comisión Europea, Viviane Reding, quien afirmó que "no vamos a dejar a España sola en este tiempo tan difícil", dado que "cuando alguien ataca" a ese país, "está atacando al conjunto de la Unión Europea".
Desde este lado de la orilla, el Gobierno argentino siempre optó por redoblar la apuesta y, en diversas oportunidades, hasta apeló a la ironía a la hora de responder a las diatribas españolas.
Esto mismo fue lo que sucedió días atrás, cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner opinó públicamente sobre el boicot comercial al biodiesel argentino: "Cualquiera que sea la decisión soberana que tome España, nosotros no la vamos a cuestionar porque es una decisión de ellos", pero si "quiere pagar más caro el biocombustible importándolo de otros países, está en todo su derecho".
O cuando el ministro del Interior, Florencio Randazzo, afirmó que "seguramente vamos a gozar de las consecuencias de esta decisión", en contraposición a los dichos del comisario europeo de Comercio, el belga Karel De Gucht, quien había afirmado que las secuelas de la expropiación de YPF harán sufrir durante "mucho tiempo" a la Argentina.
En lo que respecta al bloque, diversos funcionarios salieron a apoyar de manera contundente a la administración de Mariano Rajoy. Y quien llevó la voz cantante fue la vicepresidenta de la Comisión Europea, Viviane Reding, quien afirmó que "no vamos a dejar a España sola en este tiempo tan difícil", dado que "cuando alguien ataca" a ese país, "está atacando al conjunto de la Unión Europea".
Desde este lado de la orilla, el Gobierno argentino siempre optó por redoblar la apuesta y, en diversas oportunidades, hasta apeló a la ironía a la hora de responder a las diatribas españolas.
Esto mismo fue lo que sucedió días atrás, cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner opinó públicamente sobre el boicot comercial al biodiesel argentino: "Cualquiera que sea la decisión soberana que tome España, nosotros no la vamos a cuestionar porque es una decisión de ellos", pero si "quiere pagar más caro el biocombustible importándolo de otros países, está en todo su derecho".
O cuando el ministro del Interior, Florencio Randazzo, afirmó que "seguramente vamos a gozar de las consecuencias de esta decisión", en contraposición a los dichos del comisario europeo de Comercio, el belga Karel De Gucht, quien había afirmado que las secuelas de la expropiación de YPF harán sufrir durante "mucho tiempo" a la Argentina.
Pese a toda esta escalada verbal, y a las duras amenazas que durante los días sucesivos fueron emanando desde la administración de Rajoy, lo cierto es que la "furia" española se ha ido desdibujando.
Y ese apoyo incondicional que en cada discurso prometían los distintos representantes de la Unión Europea, por el momento, no se tradujo en el "aislamiento" automático de la Argentinani en un boicot generalizado a sus productos, tal como ansiaban los funcionarios españoles.
En efecto, con el paso de los días, el fuerte cruce mediático y las declaraciones altisonantes que llegaban desde el Viejo Continente, súbitamente dieron paso a un inesperado cambio de postura.
Y ese apoyo incondicional que en cada discurso prometían los distintos representantes de la Unión Europea, por el momento, no se tradujo en el "aislamiento" automático de la Argentinani en un boicot generalizado a sus productos, tal como ansiaban los funcionarios españoles.
En efecto, con el paso de los días, el fuerte cruce mediático y las declaraciones altisonantes que llegaban desde el Viejo Continente, súbitamente dieron paso a un inesperado cambio de postura.
Incluso, esa misma España, que hace apenas unos días llamaba a boicotear y dejar afuera del mundo a la Argentina, ahora se conforma con lograr un precio justo por YPF.
El ministro de Relaciones Exteriores español, José Manuel García-Margallo, tras una reunión de cancilleres de la UE, aseguró que su país estaría dispuesto a poner freno a todos sus reclamos y peticiones de represalias contra la Argentina, si Repsol recibía una indemnización "adecuada" y negociada.
El jefe de la diplomacia fue más allá y aseguró que "lo mejor que puede ocurrir es que lleguemos a una solución a través del diálogo", algo que marca un claro contraste con las duras palabras vertidas hace apenas una semana.
Y hasta se permitió citar al filósofo Ortega y Gasset al asegurar que "el esfuerzo inútil conduce a la melancolía", dejando en claro que España ya perdió las esperanzas de que la Argentina dé marcha atrás en su plan de expropiación de YPF y que llegó la hora de sentarse a lograr el mejor acuerdo.
Ahora bien, ¿cuáles fueron los motivos por los cuales terminó diluyéndose la "furia" española?
Para el economista Pablo Rojo, esta suerte de "rebaje" en la escalada verbal, estuvo vinculado conel bajo nivel de "arrastre" que logró dentro de la propia Unión Europea: "España amenazó con todo tipo de medidas pero era muy difícil que el bloque la acompañe tomando decisiones concretas y rápidas en contra de la Argentina, porque hay una gran multiplicidad de intereses y procedimientos en el bloque, que van más allá de las urgencias de un solo país".
"Era improbable que la UE tomara decisiones intempestivas, dado que el bloque es una institución que tiene sus propios tiempos y procedimientos", recalcó el experto.
Rojo, al igual que otros expertos, no dice que la Argentina vaya a estar excenta de sufrir algún tipo de represalias, pero sí que las mismas no tendrán la misma intensidad y dureza como las que se temían inicialmente.
En este sentido, el analista aseguró que "lo que vimos en los últimos días fue una rabieta de España, que sobreactuó su postura, un poco motivada por la propia sobreactuación del Gobierno argentino, como cuando le dio diez minutos a los directivos de Repsol para que abandonen el edificio de YPF".
"Molestaron un poco las formas y eso disparó el malhumor. Pero está claro que ahora España quiere negociar y que entendió que lo más lógico es sentarse y dialogar para lograr, al menos, una indemnización razonable", completó el experto.
El ministro de Relaciones Exteriores español, José Manuel García-Margallo, tras una reunión de cancilleres de la UE, aseguró que su país estaría dispuesto a poner freno a todos sus reclamos y peticiones de represalias contra la Argentina, si Repsol recibía una indemnización "adecuada" y negociada.
El jefe de la diplomacia fue más allá y aseguró que "lo mejor que puede ocurrir es que lleguemos a una solución a través del diálogo", algo que marca un claro contraste con las duras palabras vertidas hace apenas una semana.
Y hasta se permitió citar al filósofo Ortega y Gasset al asegurar que "el esfuerzo inútil conduce a la melancolía", dejando en claro que España ya perdió las esperanzas de que la Argentina dé marcha atrás en su plan de expropiación de YPF y que llegó la hora de sentarse a lograr el mejor acuerdo.
Ahora bien, ¿cuáles fueron los motivos por los cuales terminó diluyéndose la "furia" española?
Para el economista Pablo Rojo, esta suerte de "rebaje" en la escalada verbal, estuvo vinculado conel bajo nivel de "arrastre" que logró dentro de la propia Unión Europea: "España amenazó con todo tipo de medidas pero era muy difícil que el bloque la acompañe tomando decisiones concretas y rápidas en contra de la Argentina, porque hay una gran multiplicidad de intereses y procedimientos en el bloque, que van más allá de las urgencias de un solo país".
"Era improbable que la UE tomara decisiones intempestivas, dado que el bloque es una institución que tiene sus propios tiempos y procedimientos", recalcó el experto.
Rojo, al igual que otros expertos, no dice que la Argentina vaya a estar excenta de sufrir algún tipo de represalias, pero sí que las mismas no tendrán la misma intensidad y dureza como las que se temían inicialmente.
En este sentido, el analista aseguró que "lo que vimos en los últimos días fue una rabieta de España, que sobreactuó su postura, un poco motivada por la propia sobreactuación del Gobierno argentino, como cuando le dio diez minutos a los directivos de Repsol para que abandonen el edificio de YPF".
"Molestaron un poco las formas y eso disparó el malhumor. Pero está claro que ahora España quiere negociar y que entendió que lo más lógico es sentarse y dialogar para lograr, al menos, una indemnización razonable", completó el experto.
En la misma línea, Enrique Mantilla, presidente de la Cámara de Exportadores (CERA), separó las acciones de marketing de las decisiones concretas: "El Gobierno español tiene un problema interno feroz y, ante cualquier inconveniente, se ve obligado a demostrar que defiende los intereses del país".
Asimismo, aseguró que "se hicieron muchas declaraciones, pero eso es pura literatura. Hay procedimientos y mecanismos que hay que respetar en la Unión Europea. Por eso, lo que vemos es que, con el paso de los días, los ánimos se calmaron y están empezando a prevalecer los tiempos de las instituciones".
En tanto, Marcelo Elizondo, exdirector ejecutivo de Fundación ExportAr, coincidió en que en pocos días se "enfrió" la arremetida española, para dar paso a una nueva etapa: "Los funcionarios de ese país primero actuaron como políticos: se quejaron y patalearon. Pero ahora quieren proceder como empresarios, buscando que se pague un precio razonable por la compañía".
Al respecto, Rojo agregó que "si se espera que la controversia tome un curso legal, esto puede tardar años en resolverse, si es que se resuelve. Por eso es que están optando por negociar".
Paralelamente, a la hora de explicar por qué disminuyó el nivel de confrontación inicial, los propios analistas españoles hablan de un factor clave: la férrea postura argentina.
Al respecto, Carlos Malamud, perteneciente al Real Instituto Elcano de Madrid y experto en cuestiones internacionales, sostuvo que las autoridades españolas son conscientes de que el gobierno de Cristina Kirchner tiene espaldas como para cerrarse a los reclamos, con lo cualpodría cerrarse la única ventana de oportunidad que tiene España para negociar.
"Lo que limita más el margen de actuación de la diplomacia española no es tanto su capacidad de presión, aunque sea limitada, sino básicamente el radicalismo de la postura argentina", afirmó el experto, para quien esto explica por qué "desde la parte española hay una apuesta más clara por valorar la importancia de la relación bilateral. Se ha apelado de una forma más clara a favor de la negociación y a buscar una solución negociada al problema".
Para el economista Tomás Bulat, Rajoy "no logró empujar a la UE en contra de la Argentina porqueahora se está empezando a criticar dentro del bloque la naturaleza del acuerdo al que tiempo atrás Repsol alcanzó con el Gobierno Nacional".
Además, señaló que "la empresa obtuvo los dividendos más altos de toda la industria petrolera y el nivel de inversión sobre el promedio de facturación fue muy bajo. Cuando se muestran las cifras queda poco espacio para los argumentos. Están empezando a ´recular´ todos y el presidente de Repsol, Antonio Brufau, está quedando muy mal parado", recalcó Bulat.
Pedidos que no encuentran respaldo
Al momento de analizar los "desaires" que sufrió España, no se puede dejar de mencionar la férrea negativa a un avance en la negociación "Unión Europea-Mercosur" pero excluyendo a la Argentina, tal como había querido impulsar la administración de Rajoy.
"Es probable que esto sea una solución que interese a Brasil, a Uruguay y a Paraguay", dado que "permitiría desbloquear la negociación" entre ambos bloques "para que toda la flota no quede paralizada por la marcha lenta de un país, Argentina", había declarado días atrás el canciller español.
Sin embargo, las negativas desde el propio seno de la UE no tardaron en llegar.
Christian Leffler, director ejecutivo para las Américas del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), manifestó que "si negociamos con el Mercosur, negociamos con el Mercosur, que es una asociación de cuatro países. No se puede pactar con tres cuartos del bloque", marcando así su postura de que no ve razonable excluir a la Argentina de cualquier tipo de convenio.
Incluso, fue más allá y destacó que "tener una asociación entre la UE y el Mercosur es un intento que se mantiene. Está claro que en las condiciones actuales hay nuevos desafíos, hay nuevas complicaciones, pero el objetivo es que prosiga".
En este contexto, la administración kirchnerista recibió un espaldarazo dentro del propio "vecindario" cuando el canciller uruguayo, Luis Almagro, consideró "muy complejo" un acuerdo entre los bloques sin la presencia argentina, dado que eso "implicaría desajustes institucionales que no están calibrados ni pensados".
Entre los analistas locales, Rojo consideró que este pedido no fue un planteo serio, sino "otro arrebato de España. ¿Cómo va a plantear que se llegue a un acuerdo sin uno de los países miembro de uno de los bloques? Este fue uno de los tantos fuegos de artificio que lanzó ese país tras conocer la noticia de la expropiación de YPF".
En la misma línea, Bulat le quitó credibilidad a la amenaza española, al considerar que se trataron de declaraciones "para la tribuna": "Fue un planteo ridículo. Negociar sin un miembro es un razonamiento que carece de toda lógica y era imposible que la UE accediera".
Asimismo, aseguró que "se hicieron muchas declaraciones, pero eso es pura literatura. Hay procedimientos y mecanismos que hay que respetar en la Unión Europea. Por eso, lo que vemos es que, con el paso de los días, los ánimos se calmaron y están empezando a prevalecer los tiempos de las instituciones".
En tanto, Marcelo Elizondo, exdirector ejecutivo de Fundación ExportAr, coincidió en que en pocos días se "enfrió" la arremetida española, para dar paso a una nueva etapa: "Los funcionarios de ese país primero actuaron como políticos: se quejaron y patalearon. Pero ahora quieren proceder como empresarios, buscando que se pague un precio razonable por la compañía".
Al respecto, Rojo agregó que "si se espera que la controversia tome un curso legal, esto puede tardar años en resolverse, si es que se resuelve. Por eso es que están optando por negociar".
Paralelamente, a la hora de explicar por qué disminuyó el nivel de confrontación inicial, los propios analistas españoles hablan de un factor clave: la férrea postura argentina.
Al respecto, Carlos Malamud, perteneciente al Real Instituto Elcano de Madrid y experto en cuestiones internacionales, sostuvo que las autoridades españolas son conscientes de que el gobierno de Cristina Kirchner tiene espaldas como para cerrarse a los reclamos, con lo cualpodría cerrarse la única ventana de oportunidad que tiene España para negociar.
"Lo que limita más el margen de actuación de la diplomacia española no es tanto su capacidad de presión, aunque sea limitada, sino básicamente el radicalismo de la postura argentina", afirmó el experto, para quien esto explica por qué "desde la parte española hay una apuesta más clara por valorar la importancia de la relación bilateral. Se ha apelado de una forma más clara a favor de la negociación y a buscar una solución negociada al problema".
Para el economista Tomás Bulat, Rajoy "no logró empujar a la UE en contra de la Argentina porqueahora se está empezando a criticar dentro del bloque la naturaleza del acuerdo al que tiempo atrás Repsol alcanzó con el Gobierno Nacional".
Además, señaló que "la empresa obtuvo los dividendos más altos de toda la industria petrolera y el nivel de inversión sobre el promedio de facturación fue muy bajo. Cuando se muestran las cifras queda poco espacio para los argumentos. Están empezando a ´recular´ todos y el presidente de Repsol, Antonio Brufau, está quedando muy mal parado", recalcó Bulat.
Pedidos que no encuentran respaldo
Al momento de analizar los "desaires" que sufrió España, no se puede dejar de mencionar la férrea negativa a un avance en la negociación "Unión Europea-Mercosur" pero excluyendo a la Argentina, tal como había querido impulsar la administración de Rajoy.
"Es probable que esto sea una solución que interese a Brasil, a Uruguay y a Paraguay", dado que "permitiría desbloquear la negociación" entre ambos bloques "para que toda la flota no quede paralizada por la marcha lenta de un país, Argentina", había declarado días atrás el canciller español.
Sin embargo, las negativas desde el propio seno de la UE no tardaron en llegar.
Christian Leffler, director ejecutivo para las Américas del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), manifestó que "si negociamos con el Mercosur, negociamos con el Mercosur, que es una asociación de cuatro países. No se puede pactar con tres cuartos del bloque", marcando así su postura de que no ve razonable excluir a la Argentina de cualquier tipo de convenio.
Incluso, fue más allá y destacó que "tener una asociación entre la UE y el Mercosur es un intento que se mantiene. Está claro que en las condiciones actuales hay nuevos desafíos, hay nuevas complicaciones, pero el objetivo es que prosiga".
En este contexto, la administración kirchnerista recibió un espaldarazo dentro del propio "vecindario" cuando el canciller uruguayo, Luis Almagro, consideró "muy complejo" un acuerdo entre los bloques sin la presencia argentina, dado que eso "implicaría desajustes institucionales que no están calibrados ni pensados".
Entre los analistas locales, Rojo consideró que este pedido no fue un planteo serio, sino "otro arrebato de España. ¿Cómo va a plantear que se llegue a un acuerdo sin uno de los países miembro de uno de los bloques? Este fue uno de los tantos fuegos de artificio que lanzó ese país tras conocer la noticia de la expropiación de YPF".
En la misma línea, Bulat le quitó credibilidad a la amenaza española, al considerar que se trataron de declaraciones "para la tribuna": "Fue un planteo ridículo. Negociar sin un miembro es un razonamiento que carece de toda lógica y era imposible que la UE accediera".
En otro orden, Mantilla remarcó otro "desaire" no menor que sufrió el gobierno español: el pedido para que la UE elimine a la Argentina del Sistema Generalizado de Preferencias, un mecanismo que le permite a empresas nacionales realizar exportaciones por u$s3.000 millones anuales con ventajas arancelarias.
Tal como consignó el diario español El Mundo, fuentes comunitarias reconocieron que "el proceso podría ser largo y complejo" y hasta "habrá que ver si merece la pena el esfuerzo", dado que ya estaba previsto que Argentina salga de ese esquema en 2014 junto a otros Estados con un nivel de riqueza que se considera demasiado elevado para mantener las ventajas".
Incluso, el Gobierno de Rajoy había solicitado que el bloque denuncie a Estado argentino ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). Sin embargo, las mismas fuentes aseguraron a ese medio español que "a priori, esa institución no es competente en asuntos de protección de inversiones".
Con respecto a posibles medidas contra Argentina en el ámbito comercial, también subrayaron "la necesidad de proceder con cautela para evitar precisamente posibles litigios ante la OMC en respuesta".
Es decir, una cautela que no coincide con la dureza de las declaraciones de funcionarios españoles apenas conocida la noticia sobre la expropiación de YPF.
Una represalia, varios perjudicados
Para los expertos consultados, el hecho de que la Argentina sea uno de los grandes graneros del mundo, tiene un peso relativo a la hora de la aplicación de represalias por parte de España, dado que "en todo lo que es commodities, lo que no se le compra a un país se termina consiguiendo en otro", explicó Elizondo.
Sin embargo, para el experto, puede que funcionen como limitantes los sobrecostos que debería pagar el país europeo cada vez que se frena algún producto argentino.
Tal como consignó el diario español El Mundo, fuentes comunitarias reconocieron que "el proceso podría ser largo y complejo" y hasta "habrá que ver si merece la pena el esfuerzo", dado que ya estaba previsto que Argentina salga de ese esquema en 2014 junto a otros Estados con un nivel de riqueza que se considera demasiado elevado para mantener las ventajas".
Incluso, el Gobierno de Rajoy había solicitado que el bloque denuncie a Estado argentino ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). Sin embargo, las mismas fuentes aseguraron a ese medio español que "a priori, esa institución no es competente en asuntos de protección de inversiones".
Con respecto a posibles medidas contra Argentina en el ámbito comercial, también subrayaron "la necesidad de proceder con cautela para evitar precisamente posibles litigios ante la OMC en respuesta".
Es decir, una cautela que no coincide con la dureza de las declaraciones de funcionarios españoles apenas conocida la noticia sobre la expropiación de YPF.
Una represalia, varios perjudicados
Para los expertos consultados, el hecho de que la Argentina sea uno de los grandes graneros del mundo, tiene un peso relativo a la hora de la aplicación de represalias por parte de España, dado que "en todo lo que es commodities, lo que no se le compra a un país se termina consiguiendo en otro", explicó Elizondo.
Sin embargo, para el experto, puede que funcionen como limitantes los sobrecostos que debería pagar el país europeo cada vez que se frena algún producto argentino.
"Se terminan perjudicando las dos naciones y eso claramente implica estudiar bien qué se decide frenar", opinó el experto.
En la misma línea, Raúl Ochoa, exsubsecretario de Comercio Internacional, sostuvo que "la quita de beneficios perjudica a los empresarios argentinos, pero también a los europeos, porque el beneficio arancelario que reciben algunos productos no van en su totalidad a los consumidores del bloque. En muchos casos, quedan entre los importadores, distribuidores y cadenas comerciales del Viejo Continente".
Esto implica que, al intentar lanzar una catarata de represalias, en la propia Europa también "choquen contra un fuerte lobby empresario".
Esto implica que, al intentar lanzar una catarata de represalias, en la propia Europa también "choquen contra un fuerte lobby empresario".